La época que nos ha tocado vivir, esta llena de encuentros y desencuentros con los Otros. El tiempo, el estres, la falta de comunicación son las mayores causas de esos desencuentros. Pero muchas veces los mismos tienen que ver en con como nos relacionamos con nuestro entorno y en como nos pensamos y sentimos a nosotros mismos.Esto se remonta a las experiencias tempranas de la infancia y a sus figuras más representativas, como así también a las huellas que ha dejado en nosotros experiencias pasadas.La terapia psicológica, hoy en día ya no es pensada exclusivamente para los "locos", sino que todos en algún momento de nuestra existencia, necesitamos de un Otro, que nos escuche, nos responda sin juzgarnos y sin prejuicios. Es aquí donde entra el rol del psicólogo...En esta página intentaremos hacer algo novedoso; que tiene mucho que ver con los tiempos en los que vivimos.

sábado, 27 de marzo de 2010

Tatuajes



Introducción.

El cuerpo humano no es solo lo biológico o lo genéticamente trasmitido, como forma física y funcional del ser. El cuerpo es una realidad cultural y social y por serlo justamente se vuelve “texto” en donde serán leídos múltiples símbolos y signos.
Es a partir del cuerpo que el sujeto se reconoce a si mismo y la forma de representar su Yo.

El tatuaje podría ser lo que Foucault llama “emergencia y procedencia” ; seria una forma de presentar frente a la mirada del otro, a un cuerpo que denuncia la persona que se quiere o no ser.
El tatuaje es una elección. Un símbolo. Una identificación propia que llevará la persona durante toda su vida. Probablemente todos tengan un por qué y cada dibujo tenga un significado especial para quien se lo ha realizado. Pero desde el punto de vista psicoanalítico, podemos ver a grandes rasgos, que los mismos son; objetos de consumo masivo; que funcionan como un común denominador para un grupo; que pueden ser visto como una forma de “camuflaje”; como forma de realizar un duelo o la elaboración de una situación traumática o que pueden funcionar como un amuleto.


La piel.

La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano y tiene un lugar fundamental en la formación del aparato psíquico y en la adquisición de la identidad.
Freud en “Tres ensayos sobre una teoría sexual” (1905) plantea la piel como la zona erógena por excelencia. En “Más allá del principio del placer” (1920) al exponer sus hipótesis acerca de la evolución del organismo vivo, compara a la piel con la membrana que envuelve a una primitiva vesícula, la cual cumpliría la función de proteger al organismo de los estímulos externos e internos y la cual seria equiparable a las funciones del Yo.

La piel cumplirá las funciones de; recepción de estímulos internos y externos; pantalla de protección contra estos estímulos; limite exterior del cuerpo (separa un adentro de un afuera) y fundamentalmente es un órgano de intercambio con el exterior, de contacto con los otros y un representante de la autoimagen e identidad.
Muchas de estas funciones son casi opuestas, lo que exige a este órgano una suerte de dialéctica entre receptividad y sensibilidad vs. la protección y la evitación de estímulos.

Estas funciones se irían adquiriendo tempranamente en el desarrollo del niño. Siguiendo a Didier Azieu la diferenciación progresiva que hace el bebe entre el adentro y el afuera y de la existencia de una superficie que las separa, se dará desde la lactancia, “se le tiene en brazos, estrechado por el cuerpo de la madre cuyo calor, olor y movimiento siente; se siente llevado, manipulado, frotado, lavado, acariciado y todo ello acompañado generalmente de un baño de palabras y canturreos” 1.
Sami-Ali nos dice que un espacio imaginario se desarrolla a partir de la relación de inclusión mutua de los cuerpos de la madre y del niño, por un doble proceso de proyección sensorial y fantasmática.
Por tanto el niño adquiere la percepción de la piel por las experiencias de contacto de su cuerpo con el de su madre y dentro de la relación aseguradora que tiene con ella (teoría del apego – Bowlby y Harlow-).

Anzieu teoriza el Yo-Piel como “una figuración de la que el niño se sirve en las fases precoces de su desarrollo, para representarse a sí mismo como Yo que contiene los contenidos psíquicos a partir de su experiencia de superficie del cuerpo”.1 Aunque luego precisara su concepción diciendo que el Yo-Piel es “el entorno maternante porque “rodea” al niño con una envoltura externa que se ajusta con cierta suavidad dejando un espacio disponible a la envoltura interna, a la superficie del cuerpo del bebe, lugar e instrumento de emisión de mensajes; ser un Yo es sentir la capacidad de emitir señales que los demás reciben” .

Pensando en términos Winicottianos podríamos decir que el Yo-Piel es una interiorización del holding materno. El Yo-Piel es una parte de la madre, especialmente de sus manos, que serán las que le brinde los cuidados y caricias.

Anzieu nos plantea que será el Yo-Piel él que proporcione la posibilidad del pensamiento, siendo a través de la satisfacción de la pulsión de apego que se manifestará lo que Luquet ha llamado el “impulso integrador del Yo”.
Este Yo, heredara la doble posibilidad de establecer barreras (mecanismos de defensas) y de filtrar intercambios (de las instancias psíquicas y el mundo exterior).

La evolución del Yo-Piel se podría discriminar básicamente en dos etapas:
1. Fantasía de una piel común con la madre, donde se da una identificación primaria con el objeto soporte (pecho-piel). Dando como resultado un estado de simbiosis (narcisismo primario).

2. Y una gradual separación y desaparición de esta piel común, favorecido por las experiencias de presencia-ausencia de la madre. En esta etapa puede surgir fantasías de piel arrancada o robada.


Del fracaso de la función contenedora y de esta separación dependerán los tipos de angustia y de fantasías que se generen en el sujeto (como ser la vivencia de un yo-piel colador, donde predomina la ansiedad de tener un interior que se vacía). Por tanto si las funciones continentes no han sido introyectadas, se ve reducida la construcción de un espacio interior y de un objeto interior (facilitando una desestructuración).

Volviendo a la cita de Anzieu …”ser un Yo es sentir la capacidad de emitir señales que los demás reciben” , me hace reflexionar en torno a la capacidad de la madre para poder decodificar los mensajes que su bebe le pueda querer transmitir y en que pasa si los mismos no llegan a ser interpretados.
El Dr. Eduardo Korovsky en su libro “Psicosomática Psicoanalítica” plantea como una de las hipótesis para comprender el fenómeno psicosomático; está en la incapacidad por parte de la madre para comprender los mensajes de su hijo. La misma trae como resultado una “desconexión” por parte del bebe, de sus necesidades corporales.
Dicha desconexión tendría como objetivo evitar la angustia y un posible rechazo por parte de la madre hacia él. Por tanto estos pacientes sufrirían una suerte de cortocircuito entre el mundo de lo imaginario y el de los sentimientos y necesidades. Que más tarde se vería reflejado también en esto de poner en el cuerpo (en lo imaginario), el síntoma (registro real) lo que no se puede inscribir en lo simbólico.

En el seminario “El cuerpo en la clínica Psicoanalítica” en la Clase 7 “Psicosomática y Piel” dictada por Jorge Ulnik ; nos plantea como los pacientes con vitíligo, acné, pénfigo, alopecia y psoriasis, usan a modo de velo, de pantalla a esas marcas en la piel para ser vistos o para poner en evidencia ante el Otro sus problemas. Son una forma de comunicación y también una forma de protección frente al mundo.

¿Podríamos pensar los tatuajes de esta misma manera?

Si pensamos en los orígenes del tatuajes estos fueron utilizados de acuerdo a las tradiciones, creencias y modos de organización social y costumbres de los pueblos que los utilizaron, a modo de señal de realeza, talismán, como un medio de identificación (como distintivo de una tribu o clan), como estimulo de atracción sexual, etc.
Así por ejemplo en Nueva Zelanda, el tatuaje facial o moko distinguía al hombre libre del esclavo, el tatuaje era símbolo de honorabilidad y además constituía un registro de las batallas en las que se había estado. Entre los cruzados medievales era costumbre (a pesar de que en la iglesia era visto como símbolo de paganismo) tatuarse una cruz como recuerdo de su permanencia en tierra Santa.
En cambio para la cultura china constituía un signo de barbarie y se utilizaba como castigo. Se tatuaban a los criminales con símbolos que designaban cual había sido su delito.
Pese a las diferencias en todos los casos, el ser humano a sentido la necesidad de procesar y significar sus vivencias y experiencias, dándoles una forma de expresión en el tatuaje.
En las diferentes culturas que se ha dado, siempre ha implicado la existencia de un pensamiento mágico animista. Se dice que los marineros se tatuaban un ancla, para impedir que quede su espíritu a la deriva si caían por la borda. El ancla se convierte en garantía contra todas las renuncias e inseguridades que conlleva embarcarse en el mar. De este modo el ojo propio y el ajeno, asegura la no disolución del sujeto, porque concretiza y representa esa seguridad.
Si la figura representada opera simbólicamente como garantía, cualquier amenaza se puede mantener a distancia.

Si lo que “se ve” se vuelve prioritario, ¿será que hay que poner en la superficie lo que no se pudo interiorizar?

El tatuaje es una inscripción, una escritura irreversible y perdurable en la piel. Esa misma piel que venimos relacionando, con la formación del Yo, con la imagen de sí mismo,…. con la identidad….con la madre y con el intercambio con ella.
¿Podríamos pensar en que el tatuaje es un mensaje hacia el Otro…. hacia la madre?

Lacan nos dice del tatuaje : “La incisión tiene precisamente la función de ser para el Otro, de situar en él al sujeto, señalando su puesto en el campo de las relaciones del grupo, entre cada uno y todos los demás”

Ese Otro primordial de la teoría lacaniania será en su vertiente del Otro Real justamente la madre.


La mirada.

La piel se diferencia de la mayoría de los órganos del cuerpo, por el simple hecho de que se ve y en tanto visible y hasta fotosensible, podríamos decir que también mira.
Al igual que los cuidados corporales que se convertían en tan importantes a la hora del desarrollo del Yo en el niño, la mirada juega también un papel fundamental.

En el mundo actual la mirada ocupa un lugar preponderante, aunque paradójicamente cada vez menos miramos a los ojos de los otros.
El juego parece ser ver, sin ser vistos; se me ocurre que el representante más claro de esta tendencia es el programa “Gran Hermano”. Un gran ojo que todo lo ve.

La cultura de la imagen ha dado lugar a una estética diferente, donde lo importante es lo llamativo. El paradigma es mantenerse joven, lo importante es destacar a ese cuerpo delgado y esbelto. La manera en que se “adorna”, se viste y se exhibe ese cuerpo, conforma un patrón estético ligado a los significantes del consumo.

El tatuaje puede ser la salida para atraer la mirada del otro, para evitar el anonimato, la angustia de no ser mirado, para ser parte de la moda, pero diferenciándose por la particularidad de la marca elegida.

El narcisismo también actúa en este punto, ya sea como vivencia de completitud (el tatuaje pasa a formar parte del propio cuerpo; del self) o como forma de apuntalar la autoestima (por identificación con la mirada que se espera del otro).



En otro curso tuve ocasión de leer la obra Sartre “El ser y la nada” y me pareció interesantísimo poder relacionarla con esta temática.
Sastre plantea que le “infierno son los otros”; y la existencia de los personajes de la obra se da en función de ser vistos por los otros. Inclusive llega a decir “lo que nos mira nunca son los ojos sino el prójimo como sujeto”.
Mientras que para Sartre la mirada esta ligada al acto de mirar para Lacan esto esta separado; la mirada no está del lado del sujeto, sino que siempre es la mirada del Otro.

Este autor parte de conceptualizaciones de Freud que ligan el mirar con la temática de la castración. En base a ellas logrará un desarrollo temático diferente sobre la pulsión escópica, la que diferirá de la pulsión de ver.
Está diferencia vendrá dada fundamentalmente por el lugar que ocupa dentro de su pensamiento la noción de objeto a como causa del deseo.
La pulsión escópica es una de las cuatro pulsiones parciales descriptas por Lacan y cuyo objeto es la mirada (diferente de visión).
Según este autor la mirada es una de las formas en que es figurado (que adquiere representación) el objeto a, que ya por definición es irrepresentable (es un símbolo de la falta, es decir del falo, no en tanto tal, sino en tanto hace falta).
Los animales que se manejan en un plano imaginario, utilizan el recurso del señuelo tanto en el mimetismo, como en el apareamiento y en la preparación para la lucha. Cuando un animal se mimetiza “…se descompone, de un modo sensacional, entre su ser y su apariencia” …. “Solo el sujeto-el sujeto humano, el sujeto de deseo que es la esencia del hombre-no está en modo alguno totalmente preso, al contrario del animal, en esa captura imaginaria. En ella se orienta ¿cómo? En la medida que aísla la función de la pantalla y la usa”
Existe una función de velo o de apariencia que consiste en representar algo en el plano de lo imaginario, con la función de ocultar. Ocultar al verdadero ser, el cual escapa a toda representación y que tiene que ver con que nada somos.
Todo lo que atrae la mirada es aquello que hace de punto, ese punto que no me permite ver el todo.
Porque el punto no es una imagen, sino que es un resto.
Y el tatuaje es eso, es punto que atrae la mirada del Otro. ¿Pero que oculta o que muestra?


El tatuaje y escritura.

La escritura es una representación de una inscripción.
La necesidad de inscripción del ser humano, se ha visto desde las pinturas rupestres hasta los modernos graffitis y han sido desde siempre formas de representar el mundo y al ser humano.
De la misma forma, el tatuaje funciona como una forma de inscripción en el cuerpo.
La formación de la imagen corporal no puede ser aislada de las experiencias de lenguaje. Al decir de Lacan es a partir de la incorporación de la estructura del lenguaje que es posible “tener un cuerpo” y no “ser un cuerpo”.

En el Seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” este autor plantea que desde el principio la naturaleza nos proporciona significantes y que inclusive desde antes de nacer ya estamos inmersos en la palabra. Nuestros padres nos eligen un nombre antes de nacer que nos nombra y del cual nos debemos apropiar. Estamos inmersos en “un baño de lenguaje”.

Siguiendo con lo antes expuesto sobre la importancia de la piel, la mirada y la función del Otro en la construcción del sujeto, Silvia Reisfeld plantea en su libro la piel como un “envoltura cifrada en cuyo relieve se revelan las instancias claves de la vida. Desde esta perspectiva el cuerpo cobra sentido a partir de sus marcas o tatuajes, esto es, cuando se convierte en un cuerpo texto con una función narrativa propia”.

De alguna manera el cuerpo y tratándose de tatuajes en particular, la piel funcionarían como una suerte de texto, en donde se inscribirían los mensajes; las huellas de un historia singular.
El tatuajes seria una forma de dar cuenta de los agujeros (la falta?); de los duelos, si cabe la expresión en el “alma”, que se inscriben en ese cuerpo. Es una representación de lo irrepresentable.
Si lo podemos tomar como texto habrá que ponerle atención también al contexto que da lugar a que ese texto se lea. Esto lo podríamos relacionar con lo antes mencionado sobre el efecto del punto que atrae la mirada.

También es a destacar el valor de objeto metonímico que ha tenido y tiene el tatuaje.
Entendemos como metonimia a la palabra puesta en lugar de otra y que designa una parte de lo que significa y en el caso de por ejemplo un tribal de equilibrio; se cree que quien lo posee tiene dicha cualidad en su espíritu.

Así también el valor de objeto erótico que ha tenido, en la antigüedad las mujeres se tatuaban tres puntos debajo del ombligo como forma de “llamar” a la fecundidad.
Lacan lo plantea como una de las formas de materializar a la libido y mostrarla como un órgano, en lo que él llama el mito de la laminilla; “Una de las formas más antiguas de encarnar, en el cuerpo, este órgano irreal es el tatuaje, la escarificación…. a la vez, tiene de manera evidente una función erótica, percibida por todos los que han abordado su realidad”.


Reflexiones:


Cada caso y cada tatuaje serán únicos.
Habrá los que tengan que ver con un intento de consolidación de la identidad cuando esta tambalea en la adolescencia; como forma identificarse con un grupo de pares; en forma “mágica” como amuleto o forma de poseer aquello de lo que se cree faltante; etc.

Desde lo manifiesto todos los que portamos un tatuaje podemos dar un porque. Desde lo latente hay autores como los trabajados que en forma directa o indirecta nos han aportado teorías para pensar esta temática.

En lo personal; me quedo con algunas ideas y algunas dudas centrales.
Creo que las segundas se apoyarán en las primeras para poder dar algunas reflexiones.
Anzieu nos habla de la importancia del Yo-Piel; la piel como límite con el exterior y como forma de comunicación con el entorno y en especial con la madre, hasta incluso una forma de interiorización del holding materno. Si seguimos con esta línea de teorización, nos topamos con que el Yo heredará mucha de las características del Yo-Piel.
Por tanto no seria errado pensar que esta inscripción tiene mucho que ver con el Otro Primordial, con la madre…

El tatuaje será una escritura en el cuerpo que cifra un texto a veces conocido y otras no. Es un llamado al Otro. Es la letra que escribe la memoria. Me pregunto si en un mundo tan cambiante y donde todo es cambiable y descartable; si esta marca indeleble en la piel ¿no es un grito silencioso desesperado hacia el Otro? ¿Tal vez una forma de no olvidar la falta de algo; de alguien? ¿Tal vez es una forma de “tener” algo de lo que nadie puede despojarlo? ¿Algo inalterable o estable en este mundo de tantos cambios?

¿Lo que no se pudo inscribir en lo simbólico; lo que no se puede poner en palabras, lo que no puede elaborar desde el discurso; se pone en el cuerpo – como se pondría un síntoma- ?

Si lo pensáramos como síntoma, habría que preguntarse ¿Qué goce hay detrás de él?
Los tatuajes fundamentalmente son marcas simbólicas; pero marcas que no se hacen sobre una hoja en blanco sino sobre un cuerpo marcado previamente por la erogeneidad. Y es justamente es eso lo que le da a cada uno más allá de su diseño, un carácter de único, porque se inscriben en un cuerpo que tendrá sus grabados que también son únicos.

El tatuaje es una experiencia de marcas y de goce, que tendrá diferentes estatutos que necesitan al mismo tiempo la inscripción del significante, el mapaje corporal y a la experiencia de goce.


Bibliografía:

• Anzieu, D. “El Yo-Piel” Biblioteca Nueva Madrid-España 1987.

• Evans,D. “Diccionario Introductorio al psicoanálisis lacaniano” Buenos Aires Paidós ,1977.

• Korovsky, E. “Psicosomática Psicoanalítica” Ed. Roca Viva 1990

• Lacan, J. “El sujeto y el Otro; la alienación” Clase del 27 de mayo de 1964. en seminario Libro 11”Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Buenos Aires Paidós, 1986

• Lacan, J. “La esquizia del ojo y de la mirada” (1964) en seminario Libro 11”Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Buenos Aires Paidós, 1986

• Programa de Seminarios por Internet de Psiconet. “El cuerpo en la clínica Psicoanalítica” www.edupsi.com/cuerpo

• Reisfeld, S. “Tatuajes, una mirada psicoanalítica” Ed. Paidós BsAs-Argentina 2005

• Sami-Ali, M. “El espacio imaginario” Amorrortu

1 comentario:

  1. Hola quería saber que significa el segundo dibujo, la esfera con la especie de ojo en el centro.Muchas gracias

    ResponderEliminar